Definición y etimología de la hipnosis
La hipnosis hace referencia a una técnica terapéutica, pero también a un estado alterado de la conciencia, también conocido como « trance », durante el cual el individuo se encuentra entre el estado de vigilia y el sueño. Etimológicamente, la palabra Hipnosis procede del griego antiguo ὕπνος, hypnos (dios del sueño), en pocas palabras entramos en una fase cercana al sueño a través de la hipnosis.
Este estado alterado de conciencia es natural. Lo experimentamos a diario cuando, por ejemplo,
- estamos absortos en una actividad o en nuestros pensamientos,
- estamos conduciendo y, atrapados por nuestras divagaciones, no nos damos cuenta de la distancia que hemos recorrido
- nuestra atención ha sido secuestrada por nuestros pensamientos hasta tal punto que nuestros interlocutores dirán de nosotros que estábamos en la Luna, o más apropiado, en un estado de ensoñación.
Dado que nuestros bloqueos, nuestros problemas personales y de relación se originan en el inconsciente, nuestras decisiones y comportamientos están a menudo dictados por creencias y asociaciones mantenidas en el inconsciente. La hipnosis permitirá entonces al sujeto acceder a recursos internos para reprogramar las vías neuronales y transformar así sus obstáculos con el fin de lograr la autosanación así como un mejor rendimiento, con la ayuda de las sugestiones realizadas durante la sesión. Esto también presupone una fuerte implicación y motivación por parte del sujeto en el proceso de curación, sin lo cual la hipnosis será ineficaz.
Historia de la hipnosis
En las tradiciones antiguas, el trance se utilizaba a menudo como medio de curación. Se pueden encontrar huellas escritas del uso de la hipnosis como herramienta terapéutica en un manuscrito sánscrito, las Leyes de Manu en la India, que describe los diferentes estados de trance hipnótico, así como en el Papiro de Ebers (1500 a.C.) en Egipto y en los templos griegos del sueño.
En el siglo XVIII, la hipnosis resurgió, sobre todo con el Dr. Franz Anton Mesmer, médico alemán que fundó la teoría del « magnetismo animal », también conocido como « mesmerismo », un fenómeno hipnótico. En su obra describió la utilidad del fluido magnético en los procesos terapéuticos. Sin embargo, su planteamiento fue muy controvertido en su época, desde Viena hasta París.
A mediados del siglo XIX, el Dr. James Braid (cirujano escocés) sentó las bases científicas de la hipnosis. Para Braid, la hipnosis no se basaba en el magnetismo, sino en un proceso fisiológico condicionado neurológicamente por la atención prolongada a un pensamiento o un objeto, proceso que él mismo denominó hipnosis. Tras su muerte, el relevo fue tomado, entre otros, por el neurólogo francés Dr. Jean Charcot.
A principios del siglo XX, la era de la hipnosis moderna comenzó con el psiquiatra estadounidense Dr. Milton Erickson. Su práctica dio lugar a la hipnosis ericksoniana, una forma de hipnosis que es la más practicada hoy en día (véase el artículo sobre las diferentes corrientes de la hipnosis). Con el Dr. Erickson, la hipnosis se volvió más permisiva, basándose en el hecho de que cada individuo posee en sí mismo los recursos necesarios para responder a las situaciones que debe superar. Utilizando un lenguaje específico y sugestiones hipnóticas, se invita al sujeto a explorar sus recursos y habilidades desde su inconsciente, una entidad psíquica benévola que se convierte, en cierto modo, en nuestro « sanador » interior durante el trance hipnótico.
El trabajo del Dr. Milton Erickson fue retomado y desarrollado por sus alumnos, como el Dr. Jeffrey Zeig, el Dr. Ernst Rossi, el Dr. Michael Yapko y el Dr. Stephen Gilligan, con quien me formé.
NOTA: la hipnosis no sustituye al consejo o tratamiento médico. Aunque note una mejoría durante o después de las sesiones de hipnosis, debe seguir el tratamiento médico que esté recibiendo, a menos que su médico le recomiende lo contrario. Los trastornos psicológicos graves son competencia de la psiquiatría y en ningún caso pueden tratarse con hipnosis.